El análisis foliar del olivo es una tarea que ayuda a conocer cuál es el estado nutricional del cultivo. Se trata de una técnica de diagnóstico que se ejecuta sobre la hoja y sirve para controlar la cantidad de nutrientes que recibe. Te mostramos con detalle en qué consiste este procedimiento y cómo ha de ser ejecutado
Análisis foliar: ¿qué es?
Su propio nombre ya indica qué es el análisis foliar del olivo, un estudio detallado del contenido nutricional del ejemplar en función de la cantidad de nutrientes presentes en sus hojas.
Como herramienta, es la única que ofrece respuestas reales sobre las posibles carencias nutricionales del olivo antes de que estas se manifiesten visiblemente. De este modo, su realización al menos una vez al año resulta interesante para aumentar la productividad de la cosecha.
En este sentido, es importante llevar a cabo estos análisis por parcelas, pues no todas necesitan el mismo grado de abonado y fertilización.
Características que debemos tener en cuenta para hacer un análisis de hoja en el olivo
Los estudios de este tipo se basan en la recolección y posterior análisis de hojas del olivo. Pero para ejecutarlos no basta con cualquier hoja y momento del año, sino que hay que esperar a que el proceso de maduración sea completo y reciente, cuando las hojas ya no puedan crecer más.
Junto a este punto, hay que valorar las condiciones climáticas. No es recomendable acudir a hojas muy expuestas ante los condicionantes extremos o que hayan sufrido fenómenos meteorológicos inusuales. Si eso ocurre, el análisis no será muy certero, ya que estará muy vinculado a esos procesos.
En la recolección de hojas, aunque profundizaremos en este aspecto más adelante, se deben recoger tanto del peciolo como del limbo en función del tipo de cultivo. Finalmente, son necesarios aproximadamente unos 250 gramos de hojas de diferentes olivos.
Pasos de toma de muestra para el análisis foliar en una parcela de olivos
El análisis foliar del olivo está dividido en varias fases: la preparación del mismo, la selección de la parcela o parcelas que se van a muestrear, las tomas de muestra y finalmente la frecuencia de muestra y análisis de los datos.
Preparación
En la preparación se seleccionan las parcelas a muestrear. Para ello se suele echar mano de programas informáticos de mapeo. En el plano se dibuja la ruta de muestreo y se marcan los olivos a analizar.
Con este paso ejecutado, se prepara una bolsa de plástico y un sobre de papel por parcela que se analiza y por muestra recogida. Finalmente, toca ponerse en contacto con el laboratorio o bien llevar a cabo el proceso de manera propia si es una empresa o cooperativa que tiene acceso a laboratorio propio.
La parcela a muestrear
Con respecto a la selección de parcelas, la clave radica en buscar espacios que sean homogéneos en tipo de suelo y variedades. Si no es así, la toma deberá incluir muestras separadas en función de las variedades.
A su vez, hay que descartar aquellas parcelas en las que los olivos tengan características visuales distintas a la norma, pues eso ya es señal de que el contenido nutricional es muy diferente. Las muestras no deben abarcar más de 10 hectáreas.
Toma de la muestra
La toma de la muestra se realiza mediante recorridos en forma de zigzag, para cubrir toda la superficie de la parcela. El itinerario aparecía ya marcado en la preparación de la muestra. En cada uno de ellos no debe superarse la cifra de 50 olivos para llegar a un total de unas 200 hojas como cantidad máxima.
Otro apunte importante es el de la edad de los olivos, sin seleccionar aquellos que tengan menos de tres años. Las hojas se toman de las ramas más naturales, es decir, aquellas que no presentan brotes vigorosos pero que tampoco están exentas de aceitunas.
Una vez se recogen las hojas, hay que introducirlas en la bolsa de plástico cerrada herméticamente y envasada en un sobre de papel. Si no se pueden entregar de manera inmediata al laboratorio, lo ideal será almacenarlas en frío a unos cuatro grados de temperatura hasta el envío de las muestras.
Frecuencia y análisis de los datos
El análisis foliar del olivo sirve para medir el estado nutricional del árbol a través de su estructura aérea más cómoda de analizar, las hojas. Con estos estudios se determina, por ejemplo, si el aceite de cosecha temprana es de buena calidad o cuáles son las deficiencias más significativas del cultivo.
Análisis foliar en España
En España, a pesar de que existe una importante industria de la aceituna de mesa, la mayor parte de las plantaciones están dedicadas al cultivo de aceite, dando lugar a distintos tipos de aceite en función de las múltiples variedades de olivo existentes.
Los análisis de este tipo se realizan, de manera ideal, todos los años, para que sirvan como registro comparativo. La retirada de las hojas para su posterior estudio se lleva a cabo a mediados de verano, en la segunda quincena de julio, cuando los olivos ejecutan su parada vegetativa.
No obstante, hay agricultores que llevan a cabo estos estudios en otros momentos del año para planificar el abono o porque comienzan a detectar carencias nutricionales. Hoy en día es posible acudir al Sistema DRIS para conocer cuál es aparentemente el estado nutricional del olivo en función de la fecha de muestras.
Una vez se realiza la toma de muestras y se analiza, este da como resultado la presencia de los principales nutrientes presentes en el cultivo: nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, manganeso, zinc, cobre, boro, sodio o cloro, entre otros.
Objetivo
El objetivo con estos análisis es ir registrando todas las mediciones para sumarlas a otros estudios como el de pluviometría, la producción de la cosecha y la cantidad de abonado. Con todos estos datos se obtiene una información completa sobre el estado del olivar.
Un buen análisis foliar del olivo señala cuáles son las posibles carencias nutricionales del cultivo, si estas existen. Ejecutarlo de manera anual aporta información relevante al olivicultor sobre su explotación.